miércoles, 3 de noviembre de 2021

Miramos siempre tarde

Miras a una flor marchita que fue hermosa

al puñal que te clavaste por la espalda por no mirar al presente

al niño que fuiste desengañado por el adulto que eres

al tobogán donde sentiste el primer vértigo

a los relojes sin tiempo que caían de las piñatas

al patio del recreo donde corríamos inocentemente hacia el infinito

a los grillos que secuestrábamos en dos vasos de refresco

a la jaula vacía donde cantó un pájaro mientras sus alas morían

a la pecera sin agua donde unos peces minúsculos enloquecían con ese ida y vuelta infernal

al desierto que fue un bosque inmenso

al amor después del deseo, al deseo sin amor y al odio de los que se aman

a tus padres caminar hacia el último viaje sintiendo las turbulencias en tu cuerpo

a ese loco que separó la mente de su cuerpo y habla solo como todos los cuerdos, pero sin vergüenza

a los primeros intentos de poemas, cursis y estúpidos pero honestos

al espejo sin poder soportar la mirada de tu doble.

 

Miras a ese que eres por no haber sido

a ese que serás por no querer ser el que quieres.

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