Y de repente caminaba
por la calle 133
por su aceras rotas de abandono
Y de repente la plaza,
donde escucho ecos de mi infancia
en todos los rincones
Plaza muerta y resucitada
por aquel Alcalde
Plaza donde resuenan las campanas
del carro del vendedor de helados.
Donde los árboles cobijan los sueños
incumplidos de un país roto.
Donde los pájaros cantan y el sol
nos da los buenos días.
Y la gente sonríe
siempre sonríe
aunque sin motivos
sonríen
no sé si por ignorancia o resignación
Y de repente aquella Galería
Bautizada con el nombre de un tal
Braulio Salazar
Cuatro paredes que sobreviven
las embestidas del tiempo y la incultura,
decoradas de espejos sin memoria
Y de repente los mangos en el suelo
Y el niño en patineta
Y los enamorados en los bancos
Y el economista informal
Y las iguanas de colores
Y el juguete abandonado por el niño.
Y de repente despierto
Y amanece en Barcelona
Y en Valencia-Venezuela no sé qué hora es.
Belan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario