jueves, 8 de mayo de 2014

Que solos se quedan los mendigos

Que solos se quedan los mendigos
nadando como aceite reutilizado en las aguas sucias de la desmemoria,
donde algunos lavan sus pecados,
en una ciudad con hoteles llenos de nórdicos
que tientan al cáncer de piel.

Allí están ellos,
junto a un brik de vino Don Simón,
su carro de la "compra" abarrotado
de comida caducada,
cruel limosna de las grande superficies.

Que solos quedan los mendigos
sentados en un banco escuchando el último grito de la moda,
con los pies hinchados de tanto caminar hacia la nada,
destituidos del inventario de la humanidad,
exiliados forzadamente de la realidad.

Allí están ellos
demasiado lejos, inalcanzables, inaccesibles,
incógnita sustituida por un valor nulo,
como viviendo una muerte prestada,
como si ya estuvieran en ninguna parte,
con sus mismos nombres,
con sus mismas miserias.

Un día cualquiera, se irán sin despedirse,

anónimos, irónicamente sin molestar.

Belan

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