miércoles, 9 de diciembre de 2015

Adoración (segunda parte) porque la ironía puede ser maravillosa.

Adoro el apocalipsis climático,
a las personas que dicen con orgullo que no leen,
la solidaridad cibernética,
el ultraliberalismo y el involucionismo.

Adoración, adoración, adoración.

Adoro a los patriotas comprando la bandera en los chinos para ir a la manifestación,
a los que piden justicia clamando venganza,
el muro de lamentaciones de facebook,
a los abusadores del sofá y a los yonkis de la telebasura.


Adoración, adoración, adoración.

Adoro la verdad única, proclamada por un ser supremo y repetida por borregos domesticados,
el discurso dominante,
los abogados defensores de la tauromaquia,
que me exploten en una empresa del Ibex 35,
esta guerra sin balas.

Adoración, adoración, adoración.

Adoro cuando el político peor valorado
lidera las encuestas,
al candidato de derechas haciéndose una foto con un inmigrante,
los revolucionarios pervertidos por el precio del barril de petróleo,
las dictaduras que se justifican con elecciones democráticas.


Adoración, adoración, adoración.

Adoro a los que defienden ideales impuestos,
a los cronistas de realidades inexistentes,
los debates donde hablan todos a la vez,
las millones de invitaciones que recibo para jugar Candy Crush.


Adoración, adoración, adoración.

Adoro a los Hipsters, a los fofisanos, al pijoprogre, a los modernos, el postureo, los selfies adictos y
en fin a todo el cibermundo cibermundial.

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